Al calor de un humilde brasero, estrechándose en corro para protegerse del frío y del miedo, unas jóvenes hilanderas escuchan embelesadas las historias que cuenta la anciana Okane en plena noche. Habla de aparecidos, de fantasmas, de sucesos inefables que agitan con un escalofrío la fantasía de las muchachas.
Sin embargo, ningún relato es comparable al que narra Tora. Nada más empezar a contar la historia de la mujer sin rostro, sus compañeras contienen la respiración imaginando a esa yūrei de cara ovalada, sin nariz y sin boca, a esa alma torturada que busca saciar su deseo de venganza…
¡HOLA!
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